Era feliz por que lo veía por las mañanas, unas 4 horas bastantes complicadas. Me sentía viva, por que lo veía sonreír, y aunque me haya dado vuelta la cara varias veces o me haya tratado con la ignorancia, era feliz, por que yo lo amaba. Era constante mi manera de pensarlo, no al igual de soñarlo, lo soñaba muy de vez en cuando y generalmente esos sueños eran pesadilla, pero un miedo irresistible. Le cantaba en mi habitación cuando nadie me veía alguna canción linda de amor. El olía a amor por todas partes, a hermosura y su sonrisa iluminaba una habitación entera, podría llenar de luz al mismo mundo que lo rodea. Yo, por mi parte, lo quería besar en todo tiempo, abrazar a toda hora, mirar cada segundo y se hacia eterno un pequeño momento a su lado, solo por quererlo, o quizás por amarlo. No era obsesionante, sino emocionante, ver la felicidad en su rostro cuando daba de ese modo, tan libre, tan anormal que para el es una catástrofe, un centenar de cosas absurdas, molestas y artantes. Yo solo lo quería hacer feliz.
Si tú saltas, yo salto
¿Recuerdas?