No importa cuantas veces digamos adiós por el bien del otro o no.. Igual duele.
Y aunque nunca olvidemos lo que dejamos, debemos permitirnos seguir adelante.
Pero no podemos vivir temiendo otra despedida porque lo mas probable es que haya otra más.
El truco esa en reconocer cuando un adiós es bueno y se puede volver a comenzar.